Wednesday, November 29, 2006

Algo que aprendí


Do you still sing of the mountain bed we made of limbs and leaves:
Do you still sigh there near the sky where the holly berry bleeds:
You laughed as I covered you over with leaves, face, breast, hips and thighs.
You smiled when I said the leaves were just the color of your eyes.

There in the shade and hid from the sun we freed our minds and learned.
Our greatest reason for being here, our bodies moved and burned
There on our mountain bed of leaves we learned life’s reason why
The People laugh and love and dream, they fight, they hate to die.

Woody Guthrie - Remember The Mountain Bed

Tuesday, November 28, 2006

Recuerdos matutinos

Un poquito del sueño que aún me dura, otro del trágico momento de cada mañana de entrar a la ducha, algo de una conversación sobre adolescencia, recuerditos de "Nada", de Carmen Laforet y una escena suya, muy triste, y un pelín parecida...



Caían gotas sobre los azulejos fríos, mojados bajo sus pies. El pelo enredado, la cara borrosa sobre el espejo empañado del baño. Tocó con su dedo empapado la superficie de cristal, trazando una curva alrededor de lo que creía su cara. Seguía mirándose mientras la fina corriente que se colaba por la puerta deshacía el vaho hasta redefinir sus rasgos. Se reconocía sólo a duras penas, los ojos aún adormilados, la nariz embotada por el aire caliente y el perfume del champú. Mientras se secaba despacio, el espejo le devolvía la imagen cada vez más definida de su cuerpo. Y de una mirada triste y más real que nunca, ahora que sólo estaba rodeada de sí misma. Clavó sus ojos en los de su reflejo, en sus pestañas mojadas. Esperó, acurrucada en la toalla húmeda sobre su piel recién despierta, unos instantes. Los justos mientras tomaba fuerzas para retomar el ritmo, correr, salir. Esperó en silencio, relajada aún. Sólo ella. Ella y el vaho del cuarto, que le rizaba el pelo y le mojaba la cara. Sin nadie. Sin nada. Dejó caer la toalla y se despidió en un momento de su mirada desnuda antes de vestirse, recoger sus trastos y salir a saltos del baño. Cuando cerró la puerta, su cabeza ya estaba llena de gente. Ella se quedaba al fondo de un espejo vacío.

Friday, November 24, 2006

Té con leche



He tenido una especie de momento de felicidad extrema en medio de la mañana aburrida en el trabajo de este viernes... Sonaba una canción en la radio (ni idea de quién es) mientras sorbía un té riquísimo, calentito, sin azúcar, con un pelín de leche... No sé, era todo perfecto y me he puesto contenta. Por supuesto, a los pocos segundos se me ha pasado. Aquí es difícil que esas sensaciones duren. No es el ambiente más propicio... Después, me he puesto a pensar en lo rapidísimo que se me ha pasado el tiempo, del verano hasta aquí. Casi sin darme cuenta. Quizás porque no ha hecho frío hasta ahora, o por la monotonía de los últimos meses. Ya sí que estamos casi en Navidad, y la verdad es que estoy deseando que lleguen, para que cambie algo, aunque sólo sean las luces en la calle, los anuncios en la tele, o el turrón de después de comer.

Me sacan de la rutina las bromas con mis compañeros de trabajo, los saludos matutinos en el msn, el libro que me leo de cinco páginas en cinco páginas (las que me da tiempo en tres paradas de metro), la música mientras hago la cama a toda velocidad por las mañanas. No sé por qué me creía que este trabajo mío era poco monótono. Los políticos dicen siempre las mismas cosas, poco más o menos. Las paredes de la oficina son siempre del mismo color. A veces algo cambia... pero hay poco tiempo para sacarle chispa a todo esto. Bueno, hoy se la he sacado a una taza de té. Y a una canción. Y son sólo las once y media. A la espera de más momentos bonitos, sigo trabajando.

Sunday, November 19, 2006

Despertar

Como siempre escribo en domingo, siempre acabo hablando de lo mismo... del fin de semana, de salir, de quedar, de mis ganas de salir y de quedar... De que vuelve a ser lunes, de las muchas horas que tengo que trabajar, de si me gusta o no me gusta, de si me queda tiempo para hacer todo lo que quiero hacer. Típicas quejas de cuando se acaba el fin de semana, tienes sueño, estás hecho un trapo y toca madrugar. Típicas quejas aunque no haya NADA de lo que quejarse. A ver si escribo algún martes, o miércoles... y cambio el tema.



Suspiró despacio. Situándose lentamente, sintiendo el tacto de las sábanas sobre la cara, los ojos, las manos. El pelo revuelto encima de la almohada. Poca luz intentando entrar por las persianas. Aún ningún recuerdo en la superficie, sólo quedaban leves sensaciones de un sueño que se olvidaba sin remedio. El despertador no había sonado, porque era domingo. Domingo… sábado por la noche… leve dolor de cabeza por haber dormido poco. Fueron asomando imágenes perdidas de apenas unas horas antes. Quiso retrasar el momento de volver a la conciencia, pero un recuerdo tiró de otro y el día, la noche, la vida volvió mientras daba vueltas en la cama, aún sin abrir los ojos. Sonrió despacito mientras se daba cuenta de que, por un día, era mejor recordar que soñar, era mejor evocar olores, y personas, y momentos, y miradas, que quedarse fuera de este mundo que se colaba por la ventana y entre los párpados, cada vez con más fuerza. Palpó la colcha, la pared, sacó las manos al aire pesado del cuarto y sintió que empezaba el día. Por una vez, no le importó. Abrió los ojos con calma, asomándose a una luz tenue mientras oía en su cabeza esa frase, y recordaba un olor que notaba, aunque fuera imposible, en el fondo de la habitación. Sonó el teléfono. Ya eran las dos.

Sunday, November 05, 2006

Paparazzi

Una de las cosas que más te pueden alegrar el típico domingo por la tarde es acordarte de repente de que la noche anterior sacaste la cámara. La conectas con prisa al ordenador para ver bien grandes las "felices" caras de la gente, te asustas con la tuya... Las de ayer fueron poquitas, pero hacen un buen retrato de la noche. Dejo una en que se ve lo bien que lo pasamos y lo bien invertidos que estuvieron los dos euros.



La otra mejor cosa del típico día después de una noche curiosa es hablar por teléfono. Hoy he hecho poquito más que esto... disfrutar de los recuerdos de ayer y del viernes. Y guardarlos para pasarme así mañana y al otro, y al otro, esperando otro fin de semana que traiga recuerdos aún mejores.

Tomar decisiones




Dentro de poquito hará año y medio que terminé la carrera. Y se empieza a notar en pequeñas cosas. Mi vida cambia. La de la gente de alrededor, también. Se acabó tener la vida programada para los próximos años. Ahora toca vivir de verdad, tomar decisiones. Ver los años por delante, y pensar cómo vas a llenarlos. Si te quedas aquí, si cambias de trabajo, o de ciudad, o de país, o de profesión. Si tienes hijos o te casas. Si te metes a cura… En fin. La vida en serio. Te cruzas con gente que la tiene encarrilada, o con ideas claras de cómo quiere que sea. Ves decisiones de otros. Decisiones difíciles. A mí, nunca se me han dado bien. O por demasiado impulsiva, o por demasiado prudente. Mirar hacia delante da vértigo, a veces. Otras, sientes que puedes con todo. Con todos tus proyectos. Con todos tus sueños. Y te sientes en el momento perfecto, en que lo tienes todo para intentar que se cumplan: tiempo, mucho tiempo; ganas y optimismo.

Veo los caminos que va haciendo la gente que quiero. Mejor, peor. Y miro el mío. A veces, me gusta…