Thursday, December 28, 2006

Luces fundidas

Padre, madre e hija esperaban a la otra hija, que se esforzaba por contar las últimas monedas de la caja registradora, llena hasta arriba por las últimas compras de los cientos de personas que abarrotaban un día de Nochebuena por la tarde un centro comercial de zona pija (los tres protagonistas se acababan de cruzar en el pasillo de refrigerados con Guti y su ¿mujer?) Faltaban apenas tres cuartos de hora para que empezara el mensaje del Rey... y ellos perdidos en una de las salidas de la M-40 mientras las luces del ya apenas concurrido supermercado empezaban a apagarse. Frente a las cajas, los encorbatados y panzudos jefazos del centro se iban apelotonando mientras se felicitaban las fiestas. El más saludado, un bigotudo sonriente y tan gordo como el resto, era sin duda el jefe. La hermana de la cajera sudaba mientras pensaba en el coche familiar abandonado en el sótano 2 del aparcamiento cuando ya pasaba media hora de las ocho, la hora de cierre, y ya se imaginaba cómo iban a cenar, en vez de la merluza cocinada amorosamente por su madre, gulas frías del supermercado, sentados en el suelo y olvidados por los trabajadores que iban uniéndose al recital de felicitaciones y sonrisas. Por las escaleras mecánicas aún encendidas llegaba un amenazador grupo de empleados cargado de zambombas y panderetas...


La camisa blanca de la hermana-hija-cajera se aproximaba mientras uno de los guardianes del centro comercial, camuflado por una chaqueta roja y un walkie, se acercaba con una mujer histérica cogida del brazo hacia la zona de altos mandos. La mujer exigía hablar con el dueño del centro a gritos y varios jefazos, incómodos por la interrupción de su pequeña celebración navideña, le preguntaron primero con amabilidad qué pasaba. Pero los gritos no daban tregua, y mientras algunos de los jefes se reían sin disimulo, el presunto director le hacía gestos al guardián para que la sacara, sin más miramientos, por la puerta de atrás. La madre y la hija, que antes habían criticado la escandalosa hegemonía de hombres-jefe en aquella empresa, se preguntaban ahora qué habría hecho esa mujer para ser tratada de esa manera... y si el comportamiento hubiera sido el mismo si en vez de tres extraños perdidos los espectadores hubieran sido unas cuantas decenas de clientes.
La aparición de la otra hija con camisa blanca y chapa corporativa interrumpió los comentarios familiares y recordó la fecha y el lugar a los tres que esperaban, que tras salvar al coche del aparcamiento a punto de cerrar, llegaron a tiempo de ver al Rey en la tele deseando feliz Navidad mientras la merluza desaparecía de los platos.

Friday, December 22, 2006

Luces de Navidad

Entre el soniquete de los niños de la Lotería cantando premios, vuelvo a guardarme en un rinconcito la ilusión de todos las navidades de ganar tropecientos mil euros y comprarme algo que cada año cambia. Toca ahora esperar a ver los brindis con champán de los premiados en administraciones remotas mientras el resto nos quedamos con las ganas y la envidia. Como a tantos, seguro, había empezado a hacer cuentas para calcular los metros de la casa que iba a comprarme. Ahora vuelvo a hacer cuentas, pero a muy largo plazo.



Se repiten los ritos de todos los años. El primero, la bronca anual, malas caras y mails de cadena para decidir el sitio donde pasar la Nochevieja. El segundo, la decepción de la lotería. Y luego llegan los mensajitos que han sustituido a los christmas, las llamadas de esa gente que quieres pero con la que no hablas nunca, el belén en casa, las sillas vacías, las prisas para comprar los regalos, los recuerdos.



Pero para qué voy a mentir... no puedo evitar que la Navidad me encante... que me parezca la mejor época, y no por eso que dicen de la paz, el amor, el cenar todos juntos y querernos mucho. Me bastan esos pequeñitos detalles que me recuerdan a cuando era pequeña, cuando la llegada de los Reyes era el acontecimiento más importante del año y además estabas convencido de que venían de verdad. También me gusta que la gente se felicite porque se suponga que en estas fiestas hay que ser feliz.

Todo esto viene a que hoy es mi último día de trabajo del año y me estoy recordando a mí misma las fechas en las que estamos. Un beso lleno del espíritu navideño que por fin me empieza a invadir.

Thursday, December 14, 2006

DeScAnSaR

Ya casi se me había olvidado lo que es no dormir el día anterior a tener que coger un avión. En nada pasé de despertarme histérica y feliz a estar en mi asiento mirando por la ventanilla mientras el piloto decía que a la derecha estaba Leipzig... y sentí un montón de cosas nuevas, una mezcla muy extraña: un pelín de miedo, de pena, una gran sonrisa al mirar encima de los campos verdes alemanes y de un montón de casitas todas iguales, cómo distinguir esa ciudad de otras desde allí, aunque intentaba ver el único rascacielos y el lago donde nos reíamos de los alemanes haciendo nudismo... Luego mirar feliz los carteles, el típico alemán policía de la aduana, recorrer berlín en todos los medios de transporte posibles, disfrutar oyéndoles hablar y mirando sus caras...



Reencontrar amigas que hacen cosas tan diferentes a las que hago yo, reencontrar amigos después de tantos meses y ver que todo sigue igual... Ir a fiestas locas donde sigo conociendo a gente de vista. Bailar sin hacer el ridículo porque TODO el mundo va a lo suyo y se mueve mucho, pero mucho peor... Descubrir que ya no me gusta el moscato... Acoplarme a la cena de un kenyata... Ver que en Leipzig quedan aún tantos sitios por descubrir... pero que las calles y los rinconcitos son tan míos...

Ahora que he vuelto sé que voy a volver. Dentro de unos años. O en verano, otra vez, de visita. Tenía que estar allí otra vez. Ha salido todo tan bien... Saber, sobre todo saber, que todo sigue estando allí. Yo, también.