Ociosa

Escribo otra vez aunque la canción sigue quedando muy bien para un día como hoy, por fin a punto de irme de vacaciones. Me aburro y me pongo a pensar y como no puedo tener los dedos quietos, escribo. Yo no me duermo encima del ordenador porque increíblemente ya no tengo sueño. Sólo ganas de irme y de disfrutar del puente.


Los dedos se movían por el teclado cada vez más despacio y esta vez no hizo ningún esfuerzo por evitar caer encima de la mesa y cerrar los ojos. La luz del monitor se colaba por sus pestañas mientras él dejaba que el sueño fuera ganando poco a poco la partida, harto de obligarse a trabajar mientras la luna estaba alta encima de la azotea.

Una mujer salió de entre sus recuerdos a colarse entre las imágenes que volaban libres por encima de sus horarios y sus culpas. Le miraba despacio y él esperaba tranquilo a que de sus labios saliera un último reproche. Se entretenía mirándole la boca y el fondo de sus ojos y quería acariciarle de nuevo las mejillas, los brazos desde el tirante hasta la punta de los dedos. Le parecía que ella terminaba por sonreírle, acercándole la mano. Y se daba cuenta de que lo único que le importaba en el mundo era que ella le tocara de nuevo en la soledad de un sueño, en la oscuridad de su cuarto.