Friday, August 25, 2006

En la playa


Lejos, muy lejos, el ruido del agua en el mar. La luz se cuela por las rendijas de los párpados cerrados con fuerza. El calor del sol se concentra, se hace más fuerte sobre la piel mojada. Claridad. Día que lucha por activar un alma cansada, que olvida, punto por punto, todo lo que le ha mantenido tan ocupada las últimas horas. Las manos rozan la arena, la acarician. Los dedos se clavan, poco a poco, en la tierra áspera de la playa. Ganas de deshacerse entero en ella, huyendo del sol, del tiempo que cae a plomo sobre el cuerpo casi desnudo, indefenso, vacío y muy quieto.

La mente se libera de canciones y personas. Callan las palabras. Dejan de doler los recuerdos. Pesan poco las preocupaciones. Desaparecería él mismo, dejaría de notar que existe y descansaría, por fin, después de tanto tiempo, de no ser por el sol, que le abrasa el rostro y le recuerda dónde está. Los oídos no oyen ya los rumores de los grupos más próximos. Sólo escuchan el aire que pasa por los pulmones. Sueña con expulsar a cada bocanada tantas cosas... Sueña con olvidar los deseos que ya no pueden realizarse o los momentos que ya no pueden volver, mientras él se ha quedado ya sin fuerzas para moverse y vivir otros nuevos. Sin ganas de cambiar unos por otros. Sin ánimo para mirarse ahí fuera, otra vez.

Tres gotas, de pronto, sobre su cara. Una sombra rebaja la intensidad de la luz. Y una pregunta que sale, sin avisar, de su boca:
-"¿Ya estáis aquí?"

1 comment:

Anonymous said...

Y a mí que no me gusta ir a la playa... Pero tengo que reconocer que después de leer esto me he acordado de las buenas cosas que tiene. Un besillo, fea!