Estaba en El Retiro leyendo, sola. Hacía sol y había mucha gente. Un chico se me ha acercado para venderme sus poesías. Las había imprimido en hojas de colores que servían como señal para libros. Sólo sé que se llama Claudio. Me ha parecido tan valiente que se acerque a desconocidos para venderle lo que siente que he acabado comprándole una, de su "selección" (tenía más, pero me ha enseñado sus preferidas). Las poesías no eran maravillosísimas, pero ésta me ha gustado porque tiene un poquito de razón. Y porque, a lo mejor, de tanto leerlo me lo acabo creyendo y le hago caso.
"Hay que buscar nuevos rumbos
dejar el paso cansino
dejar de ser errabundo
mitigar la intrascendencia
hasta encontrar
el cielo abierto que ilumine nuestro semblante...
Hay que vencer la soñolencia
de nuestros ojos...
Hay que darle vigor
a nuestras cansadas retinas
e impedir que se cierren definitivamente"
1 comment:
Yo habría pagado por que además de vendermela me la hubiera leido. O todas. De boca del autor suele ser mejor. ¡Qué suerte!
Post a Comment