
Dentro de nada se me acaban, además de los "domingos", los tupper...






andar kilómetros dentro y fuera de museos, intentar no convertirnos en las típicas turistas (sin éxito) y descubrir que todo lo que nos habían dicho de esta ciudad es verdad y que con más tiempo nos podría llegar a gustar aún más… Aparte de subir a la torre Eiffel, ver la Gioconda y otras cosillas que tienes que hacer porque sí (la Gioconda no me decepcionó, como todos dicen, pero lo mejor fueron los tropecientos turistas alrededor y los carteles del Louvre señalando cómo llegar…), hicimos otras que también tienen su encanto, como jugar a los barquitos de madera como niñas de diez años en un lago de las Tullerías o viciarnos a la Play en una máquina del aeropuerto antes de volver a Madrid. Volvimos con las cámaras cargadas de fotos y las maletas repletas de regalitos, incluso conocimos a algunos parisinos curiosos. Creo que cuando de verdad te gusta una ciudad te quedas con la sensación de que vas a volver, de que tienes que volver, porque es un poco tuya aunque sólo sea por las veces en que has visto un rincón en una película o las veces que la han descrito en los libros. En mi caso, además de esto, debo visitarla de nuevo para "probar" la comida francesa...
haciendo caceroladas delante del ayuntamiento. De lo que estaba pasando nos enteramos por llamadas de madres preocupadas por sus hijos y por las portadas de los periódicos. Al parecer, todos los barrios estaban a oscuras excepto el nuestro, el gótico, es decir, el que no parece que sea catalán, ni siquiera español por la cantidad de guiris que se ven paseando a cualquier hora del día y que gritan borrachos por la noche.
zonas un pelín menos turísticas después de casi morir en el “desierto” del parque Güell (nos salvó el agua recalentada que llevábamos y los bocatas de lomo y queso derretido) y llegar a otro desierto, el del Fórum, a bordo de un barco lleno de viejecitos. Acabamos fundiéndonos con la masa, haciendo fotos sin parar y siendo timados como ellos (un triste trozo de pizza, nueve euros!!).Vimos (por fuera) muchos edificios de Gaudí acabados y sin terminar, pisamos la playa, nos recorrimos la FNAC y las Ramblas (pilla de paso), intenté descubrir grúas del puerto de las que me gustan, conseguimos salir y emborracharnos un poco… incluso estuvimos en la sede de la SER! Pasaron muchas cosas, ahora que me pongo a recordar. A la vuelta, más portadas sobre el apagón y gresca política a falta de otro tema más interesante. Yo estuve allí y no lo vi, pero dicen que pasó de verdad…





Los dedos se movían por el teclado cada vez más despacio y esta vez no hizo ningún esfuerzo por evitar caer encima de la mesa y cerrar los ojos. La luz del monitor se colaba por sus pestañas mientras él dejaba que el sueño fuera ganando poco a poco la partida, harto de obligarse a trabajar mientras la luna estaba alta encima de la azotea.










